viernes, 14 de diciembre de 2012

El Guernica 07-12-2012


Cena en El Guernica (Luanco)

Después de posponer la ya tradicional reunión mensual, se reúnen en la capital gozoniega los peñistas. Después de dos nuevas incorporaciones, doce son los integrantes finales de la velada, a pesar de las cuatro bajas debidas a diversos motivos.


El local elegido en esta ocasión  se trata del Restaurante El Guernica , un restaurante de los de toda la vida, que ha vuelto a estar en boca de todos después de un cambio de gerencia.
Al tratarse de fechas próximas a la navidad y para no navegar por la carta, nos decantamos por uno de los menús que ofrece.
Reunidos a su  hora, fuimos situados en uno de los extremos de la galería-comedor sobre el puerto de Luanco, ubicación privilegiada, que no pudimos disfrutar en todo su esplendor, al tratarse de una cena.
La decoración es correcta, y el servicio de las mesas notable, con unos juegos de cubiertos, loza y cristalería acertados.

A partir de aquí comenzaría la cena, regada por Prado Rey Verdejo y Prado Rey Ribera Roble 2010. Vinos correctos.
El entrante estaba compuesto por crema de bogavante, que se sirve vertida desde una jarra, caliente. La crema podríamos afirmar que fue lo que más agradó, al tratarse de un a modo de sopa original, sabrosa y salada.
Y aunque salada la crema, se repite el entrante, buen síntoma que arrancará la sonrisa del más duro cocinero.
Esperando con avidez el arroz con pulpo y oricios, casi no tenemos tiempo ni de criticar a los que no están pues en breves el arroz comienza  a ser servido.
Raciones adecuadas en cantidad, temperatura correcta y arroz en el punto adecuado para la mayoría. Se hace el silencio en la mesa y parece que nadie se atreve a criticar el plato, seguramente porque es bastante disonante un arroz de fotografía con un pulpo elástico y un sabor caótico.
El sabor de los oricios domina el conjunto y provoca un tropiezo en el plato y en los comensales, con un sabor fuerte, pero no atractivo. El pulpo navega por el plato y el arroz no nos convence en absoluto, más aún cuando fué motivo de la elección del menú para más de uno de nosotros. A diferencia de la crema, cuando se retiran los platos muchos no están vacíos, lo cual no es buen síntoma y en este caso la sonrisa del más duro cocinero ya se habría vuelto del revés.
Seguimos pidiendo botellas de agua a mayor ritmo que las de vino y llega a la mesa el bacalao y el cordero según elección. En este caso no hay nada que objetar, aunque tampoco nada que resaltar, digamos que no nos devuelven la alegría perdida con el arroz. Platos en una línea correcta como la que podemos encontrar a menudo.
En cuanto al postre se trata de una tarta de 3 chocolates, con un sabor agradable y en una línea adecuada.

En resumen, una cena que nos deja entre indiferentes y cabizbajos, pues esperábamos mucho más de esta cita, por el menú y por el local. En otro lugar lo hubiéramos considerado suficiente, pero nos vamos con un sabor agridulce de Luanco en esta ocasión. Con una local de gran potencial, un precio adecuado, un trato agradable…la nota final deja ver quizá un castigo excesivo fruto del cumplimiento de  expectativas más que del resultado real.
Un detalle que no ayuda es el hecho de haber elegido todos el mismo menú dentro de unos ya predeterminados. Una vez así, se pone todo de parte del comensal y en comparación con otras visitas similares es una ventaja no menospreciable.
Y otro detalle importante, el bautismo de otro nuevo miembro de la Peña, joven y valliniellense.






Comensales


Arroz con pulpin y oricios

Cordero asado al horno

Bacalao a la vizcaína

Trio de chocolate